El sistema de marcas radiales del cráter se extiende hasta 800 km a través de los marias circundantes, invadiendo los sistemas de rayos de los cráteres Aristarco y Kepler. Forman un patrón nebuloso con marcas en forma de punta. En varios lugares los rayos se encuentran en ángulos enfrentados, en lugar de formar una verdadera dispersión radial. También se puede observar un modelo de cráteres secundarios más pequeños que rodean a Copernicus. Algunos de estos cráteres secundarios forman cadenas sinuosas en el cráter eyectado.
El depósito del material de los rayos sobre otros elementos de la superficie puede ser muy útil como indicador de la edad relativa del cráter de impacto, porque con el tiempo diversos procesos tienden a borrar los rayos. En cuerpos carentes de atmósfera como la Luna, la erosión espacial causado por la exposición a los rayos cósmicos y a la caída de micrometeoritos, reduce progresivamente la diferencia de albedo entre el material eyectado y el material subyacente. Los micrometeoritos en particular producen un proceso de fundido vítreo en el regolito de superficie, reduciendo su albedo. Las marcas radiales también pueden ser recubiertas por flujos de lava, o por otros cráteres de impacto o sus materiales eyectados.
Estudios recientes sugieren que el brillo relativo de un sistema de rayos lunares no es siempre un indicador fiable de la edad de la formación, dado que el albedo también depende de la cantidad presente de óxido de hierro (FeO). Proporciones bajas de FeO dan como resultado materiales más brillantes, por lo que la formación de rayos formados a partir de este tipo de materiales pueden presentar un aspecto más brillante por un periodo de tiempo mayor. En consecuencia, es necesario conocer la composición de los materiales como un factor de importancia para que un análisis de albedo permita determinar la edad de un sistema de marcas determinado.
La misión Apolo 12 aterrizó al sur del cráter Copérnico sobre el lecho de basalto de Oceanus Procellarum, en una zona que se creía que había estado en la trayectoria de uno de los rayos del cráter. Los científicos esperaban que la exposición de los muestras del suelo a los rayos cósmicos ayudaría a determinar la edad del cráter, y aunque los resultados no fueron demasiado concluyentes, la edad estimada fue de unos 800 millones de años para la formación del cráter. Por este motivo fue escogido para nombrar al periodo geológico Copernicano que engloba un rango de edad desde hace 1100 millones de años hasta la actualidad.
Históricamente la naturaleza física de los rayos lunares ha sido un tema de especulación. Las primeras hipótesis sugirieron que eran depósitos de sal procedentes de la evaporación del agua. Posteriormente se pensó que podrían ser depósitos de ceniza volcánica o vetas de polvo. Finalmente, después de que el origen de impacto de los cráteres fuese aceptado, el astrónomo estadounidense Eugene Shoemaker sugirió durante la década de 1960 que los rayos eran el resultado de los fragmentos del material eyectado de la colisión.
Esta imagen la tomé el 8 de enero de 2017 a través de un Celestron 11" y se puede apreciar perfectamente el sistema radial del cráter. Merece la pena verse a tamaño completo pinchando sobre ella.
Para desarrollar el texto me he basado en Wikipedia.
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