El pasado 26 de febrero, antes de una observación que preparamos con antiguos compañeros de la Agrupación Astronómica de Córdoba, me detuve en la cercana población de Almodóvar del Río para realizar algunas fotos de la conjunción entre la Luna y Venus. No era el mejor día, pero sí el único en el que podía realizar alguna fotografía. Había que aprovechar.
Los colores del atardecer siempre me han parecido mágicos. Captar los últimos instantes donde los rayos de Sol iluminan las capas de nuestra atmósfera, creando esos colores rojizos y únicos me impresiona siempre de manera especial. Bajo la Luna creciente las estelas de los aviones rompen el azul del cielo.
Esta es la imagen de la conjunción propiamente dicha. Como comentaba antes, no era el día en el que ambos astros iban a estar más próximos, el día siguiente era mejor pero por motivos de trabajo no podía salir. A pesar de todo, es un encuentro precioso.
Con la noche más cerrada y aumentando la exposición, a pesar de quemar a nuestra querida Luna, iluminamos a la noche. El olivar entre las estrellas aumentan la belleza del momento.
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